20 La cueva de hielo

Título original: Ice Cave (#27).
Autor: Susan Saunders.
Ilustrador: Ted Enik (Portada de Don Hedin).
Fecha de publicación: 1987 (Original 1985).
Número de páginas: 53.
Número de fines: 8 (Buenos: 0 - Regulares: 6 - Malos: 2).

Sinopsis: Estás esquiando con tus padres cuando un alud te obliga a refugiarte en una cueva. Al hacer un fuego para derretir la nieve y salir, liberas a criaturas de la última glaciación.

Comentario personal: Cuesta creer que la autora de este libro sea la misma que escribió, por ejemplo, El monstruo de la laguna, un número que no pasaba del aprobado pero que tenía una genial introducción y había más o menos un hilo argumental decente. Nada de eso se ve en La cueva de hielo, un libro que parece escrito "deprisa y corriendo", que no da ninguna explicación, ni desarrolla ninguna trama ni, para colmo de males, sabe finalizar las ramificaciones con cierto sentido.

En este libro todo sucede de sopetón. En la cuarta línea comienza el alud y sin salir de la primera página el protagonista ya ha quedado atrapado y está juntando astillas para encender un fuego. Los padres son nombrados al principio y, tras haber dejado claro que estarán a salvo del alud en el bosque cercano, no vuelven a aparecer en toda la historia. ¿Para qué incluirlos entonces? La decisión de hacer fuego para poder fundir la nieve y escapar de la cueva puede ser inteligente, pero parece obvio que en un librojuego debería haberse tratado de la primera elección. Esto no es así porque lo importante era meter con calzador al muchacho cavernícola y su mascota mamut, que son junto con otro troglodita agresivo (vamos, todo lo que se ve en la portada) no solo los únicos personajes del libro, sino la totalidad del libro en sí. Porque más allá de las aventuras que envuelven a esos elementos y unas pocas lecciones de supervivencia... no hay nada.

Como siempre digo en forma de descargo, cincuenta páginas no dan para mucho. Pero sí dan para más de lo que ofrece La cueva de hielo. Dejando a un lado las cuestiones científicas gracias a la siempre fiel "suspensión voluntaria de la incredulidad", habría estado bien que la autora explicase qué hacían allí atrapados en el hielo estos personajes. Si se conocían de antes, si estaban peleando y les cazó un torrente de agua helada, si había otros humanos en la zona, por qué han permanecido ocultos veinte mil años en una cueva que, antes del alud, tenía el acceso abierto... demasiados interrogantes para un libro infantil que, con espacio o sin él, no parece por la labor de gastar energías en ese tipo de explicaciones. El problema es que pasado el tiempo y sin la mente de un chiquillo, hay algunas cosas que son difíciles de digerir.

En cuanto a los finales, no he podido considerar ninguno como bueno porque en la inmensa mayoría el protagonista acaba sano y salvo en el exterior de la cueva, pero no mejora su situación inicial y ni siquiera se reencuentra con sus padres. Añadido a todo lo anterior, hace que sobrevuele a lo largo del libro una sensación de que todo lo que ocurre sucede porque sí, la aventura por la aventura, unos encuentros aleatorios impuestos por la autora y ningún objetivo ni interés porque acabe aconteciendo algo con una mínima razón o recompensa.

Las ilustraciones de Ted Enik son posiblemente lo mejor del libro, aunque con ese punto infantil característico y lejos de sus mejores trabajos.

En definitiva, un libro muy flojo con la irrelevancia por bandera que se olvida con la misma rapidez con que aparentemente se lo sacó de encima la autora.

Puntuación: 4.

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